Nadie quiere pensar en ello, pero la MUERTE de un CÓNYUGE también conlleva un DESEQUILIBRIO en las FINANZAS PERSONALES. Te hablamos sobre ello.
Ser viudo(a) es una deuda que casi toda persona debe
pagar, el suceso que nadie puede evitar y que tampoco se
sabe cuándo llegará pero del que se tiene la certeza que en algún momento
va a ocurrir. Hay quienes, quizá afortunadamente, no tienen que sufrir ese
dolor durante su vida de despedir a un ser querido, sino
que por el contrario, son aquellos a quienes quiere los que le despedirán.
De cualquier manera, una cosa sí es cierta: además del dolor moral y emocional, y el vacío que queda con la partida de un ser querido, cuando se trata del cúnyuge esto no es lo único que queda. También hay varias cosas que reajustar en el presupuesto familiar y personal.
Pero cuando llega este duro momento, todas las cosas que tengan que ver con dinero recaen sobre el cónyuge que aún no ha partido: las deudas, las garantías, toda cuenta por pagar, toda cuenta por cobrar, tarjetas de crédito pendientes, hipotecas, créditos, responsabilidades en el hogar y para con la familia. Todo ahora correrá por una sola cuenta: la del cónyuge sobreviviente.
Para quien queda, el desajuste es desproporcionado: ahora no tendrá la ayuda de su ingreso, tampoco de sus beneficios, ni se podrá compartir los gastos ni responsabilidades.
Hay que afrontar individualmente la situación, y ante tal panorama lo más recomendable es asesorarse con un buen abogado para saber cómo responder por las deudas y todo lo que quede pendiente, como también saber qué reclamos hacer a fin de obtener los beneficios (por ejemplo, de un seguro de vida, de cuentas por cobrar o de repartición de bienes con sus descendientes en caso de haberlos).
Pero el presupuesto se verá perjudicado mientras todo esto sucede, porque se necesita correr con todos los gastos del funeral, legalidades ante el Estado y demás autoridades. Obviamente, son gastos inesperados. Por ello la recomendación es tener un seguro de vida para amortiguar el impacto de estas situaciones.
De cualquier manera, una cosa sí es cierta: además del dolor moral y emocional, y el vacío que queda con la partida de un ser querido, cuando se trata del cúnyuge esto no es lo único que queda. También hay varias cosas que reajustar en el presupuesto familiar y personal.
Hasta que la muerte nos separe, todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío
Se incluye en los votos matrimoniales, y también se queda intrínseco entre las parejas que no oficializan su unión por vías legales: comparten todo, sus ingresos, sus gastos, las responsabilidades, las finanzas de ambos son como una sola. Aunque también suele pasar que cada uno lleve el control de sus finanzas por separado, pero cumpliendo con las responsabilidades de ese hogar que han formado.Pero cuando llega este duro momento, todas las cosas que tengan que ver con dinero recaen sobre el cónyuge que aún no ha partido: las deudas, las garantías, toda cuenta por pagar, toda cuenta por cobrar, tarjetas de crédito pendientes, hipotecas, créditos, responsabilidades en el hogar y para con la familia. Todo ahora correrá por una sola cuenta: la del cónyuge sobreviviente.
La falta de un ser querido, pero también la de su ingreso acostumbrado
Cuando uno de los conyugues parte, el otro se queda con todo. Es el principal heredero siempre y cuando exista documentación legal que compruebe la unión. Mientras que se mantenga ese documento, aunque ya la pareja no conviva, el cónyuge sobreviviente es el responsable de todo aquello que el recién fallecido haya dejado.Para quien queda, el desajuste es desproporcionado: ahora no tendrá la ayuda de su ingreso, tampoco de sus beneficios, ni se podrá compartir los gastos ni responsabilidades.
Hay que afrontar individualmente la situación, y ante tal panorama lo más recomendable es asesorarse con un buen abogado para saber cómo responder por las deudas y todo lo que quede pendiente, como también saber qué reclamos hacer a fin de obtener los beneficios (por ejemplo, de un seguro de vida, de cuentas por cobrar o de repartición de bienes con sus descendientes en caso de haberlos).
Pero el presupuesto se verá perjudicado mientras todo esto sucede, porque se necesita correr con todos los gastos del funeral, legalidades ante el Estado y demás autoridades. Obviamente, son gastos inesperados. Por ello la recomendación es tener un seguro de vida para amortiguar el impacto de estas situaciones.
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